Palabras.

Las palabras son tan sólo eso, sonidos, letras, fonemas, palabras. Nadie sabe porque nos invaden de esa forma tan extraña, ni porque algunas se quedan gravadas a fuego en la mente y en la piel.
Cóncavo y convexo; desde dentro y desde fuera.
Nadie conoce la razón por la que a veces las palabras brotan del alma, y otras se estancan en el fondo de la garganta, desgarrándote las cuerdas, negándose a abandonar el hogar y salir a luchar al vasto mundo.
Palabras.
Tampoco va a explicarme nadie porque tres simples palabras pueden relajarme hasta tal punto ed la paranoia que me corroía durante meses.
Ella.
Solo mencionar a una persona, tan ilógico tu odio irracional, mi odio irracional, o podría llamarse tirria, mania, molestia, como sea, injustificado casi por completo. Hay una razón. Pero no me concierne a mí, y sin embargo diríase que soy yo quien más la sufre, y podría pensar que la detesto a ella, por no detestarte a tí, porque en ti he de reflejar amor, y sumado a mis cadenas de cristal y rosas no queda lugar para otra sensación, no tengo tan grande el croazón, estallaría mi cuerpo al intentar, a la vez odiarte y amar, la repugnanacia se reserva para otro objetivo. Ella. Es más sencillo, porque la comprensión me desgarra y hace de mí un ser hipócrita y dispar.
Sexo; tabú.
Y creo que ya no hay nada más que explicar.

Me mata el tener que ocultar, y ya lo sabes, esto no es normal. Me mata que te enfades; me mato porque seas feliz, y aún así no lo consigo. ¿Qué más podría hacer?
Ya rompo en trozos mi alma por tí, por legarte un alma pura, regalarte un amor, la felicidad. ¿No ves que lo que me mata eres todo tú?