Estás bien?

Es la típica pregunta, un saludo coloquial. Pero, en realidad, ¿A quién le importa si estás bien o no? lo decimos por ser educados, por no quedar mal, por congraciarnos con esa persona cabizbaja, pero no queremos escuchar sus problemas. Esa persona, es consciente de ello. La mayoría de veces (execptuando aquellas en que hablamos con nuestros mejors amigos) contestamos: "si, estoy bien", porque sabemos lo que se espera de nosostros. No vamos a fallarle a este mundo hipócrita, ¿No? Y mentimos.
Mentimos tantas veces que finalmente acabamos creyendo que es cierto. Finalmente acabamos repitiendo tantas veces "estoy bien" para convencernos a nosotros mismos. No es fácil, pero siempres es mejor decirse: "todo va bien", y de esa forma continuar otra hora, otro día, otro mes.
No me gusta engañarme de esta manera, pues me lo he repetido tantas vececs, que ahora consolarme ya es automático. Pero no es así, por mucho que me deje llevar, sé que las cosas no están bien. Sé que no tiene que ser así.
No está bien dejar que te mofes de mis recuerdos de esa manera. Sí, tal vez sean patéticos, pero son míos. Ya no tengo diez años, quedó muy atrás es época en que al acabar mal algo, simplemente lo negabas. No, no es así. Si fui feliz por idioteces ¿qué importa? Los momentos, las sensaciones, no consentiré que me los quite nadie, ni siquiera tú. Al fin y al cabo, muchas veces, son lo único que tengo.
No está bien, no. Sé que todo esto sí es un disparate. ¿Cómo y porque razón acabamos en esta situación? No, para nada soporto esto, pero me consuelo, me digo: "está bien". ¿Pero como puede estar bien si a cada segundo siento en los huesos el error?
Hay normas que están para romperse, pero también hay normas que jamás deberían haberse roto.
Nunca debí aceptar que me gritases. Nunca debí aceptar que infravalorases todo aquello que es tan importante para mí. Nunca debí dejar que traspasases el umbral de mi casa, fue uno de mis peores errores especto a ti.
Hay cosas que jamás deberías haberme dicho, hay cosas que yo no debí decir. La confianza da asco.
Lo sé, sé que todo pende de un hilo, pero también sé que esto es tan solo otra forma de desahogarme y poder seguir diciendome
"está bien".